Al iniciarse la guerra de las Malvinas el Gobierno envió tropas al litoral marítimo con la misión de establecer y defender objetivos militares. Estos 8.000 soldados conscriptos movilizados a la zona no fueron reconocidos a pesar de haber estado en constante alerta roja y de sus compañeros hallados muertos en Caleta Olivia. Hoy reclaman ser veteranos de guerra con todo lo que eso significa: “el honor por sobre todas las cosas”. Desde el 25 de febrero de este año se encuentran acampando en Plaza de Mayo como medida de fuerza.
A 26 años del conflicto de Malvinas todavía quedan hechos confusos que el Gobierno y las Fuerzas Armadas se esfuerzan por ocultar. La agrupación “Campamento TOAS” representada por ex soldados conscriptos, es víctima de esta historia mal contada. Historia que las distintas instituciones convirtieron en verosímil. Estos hombres que por aquel entonces sólo tenían entre 18 y 20 años fueron movilizados al Sur para defender el litoral marítimo bajo el Decreto secreto Nº 700 “S” que creaba el Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS), al sur del paralelo 42º (incluía las Islas Malvinas, las Islas Georgias, las Islas Sándwich del Sur, la Isla Grande de Tierra del Fuego, abarcando también las Provincias de Chubut y Santa Cruz). Hoy los “veteranos continentales” se encargan de informar en forma pacífica a la ciudadanía sobre los hechos acontecidos y reclaman ser reconocidos moral y socialmente como así también ser incluidos en las leyes vigentes.
El TOAS se formo el 7 de abril de 1982, exactamente a las 19 horas, al mando del Vicealmirante Juan José Lombardo. Una de las finalidades de esta operación fue el apoyo de fuego aéreo desde Comodoro Rivadavia y Río Gallegos. Esta información se encuentra detallada en el Decreto 700 “S” y ampliada en el Informe Oficial del Ejercito Argentino del año 1983. Pero estas bases no solo funcionaron como logística, sino que estuvieron en constante alerta roja, es decir, “esperando el inminente ataque del enemigo”. Así lo explica Jorge Asinari en la carpa que se convirtió en su hogar desde los últimos 8 meses.
El “acampe” se encuentra construido al costado de uno de los tantos árboles viejos de la plaza, aquellos que vieron pasar millones de manifestaciones a lo largo de toda la historia argentina. Pero esta es distinta. No es una carpa más sobre la calle Hipólito Yrigoyen. Es una puerta a la historia verdadera contada por sus protagonistas, los que estuvieron archivados como sus legajos, que hoy están mágicamente desaparecidos. En Archivos del Museo Histórico del Ejercito Argentino, un empleado cuenta confidencialmente que “todos los archivos que comprenden los años 1976 a 1983 están en manos de Recursos Humanitarios porque fueron solicitados por el Gobierno, y muchos archivos no los podemos mostrar porque nos prohíben entregar información a los movilizados”. En Recursos Humanitarios niegan tener esta información.
Cuando finalizo el conflicto, los ex combatientes eran “visitados” en sus hogares por personal del ejercito para solicitarles silencio absoluto acerca de las vivencias en las islas y el continente. Con el restablecimiento de la democracia, los ex combatientes de las clases 61 a 63 comenzaron a agruparse a lo largo y ancho de país. Comenzaron a contar y a mostrar para luchar por sus derechos. Daniel Repetto, otro de los ex combatientes en la carpa, cuenta que la ley 22674 y 23109 los incluye pero que los distintos gobiernos utilizan diferentes argumentos para excluirlos: “hecha la ley, hecha la trampa”, dice mientras despliega un mapa que muestra donde se ubicaban las bases. “Nos dejan afuera porque dicen que no estábamos dentro del radio establecido” (12 millas de la plataforma continental).
Ramón Rojas, veterano reconocido que fue a Malvinas con el regimiento mecanizado Nº 6, explica que, así como el campamento TOAS esta luchando ahora por sus derechos, ellos también tuvieron que hacerlo en su momento. “Es justo lo que ellos reclaman, pero considero que no deben agarrarse de nuestra ley, que hagan un proyecto de ley propio”, argumenta Rojas. Desde la carpa niegan esto ya que “el TOAS incluye las islas y el continente, nosotros cumplíamos ordenes, las mismas que se cumplían en el archipiélago, nos mandaron al continente porque hacíamos falta ahí”.
Según el Derecho Internacional de los Conflictos Armados (Convenio internacional) son combatientes todas aquellas personas sujeto y objeto de hostilidades, es decir que combaten, atacan y pueden ser atacadas. Este último punto es sumamente relevante ya que hubo tres hechos en los que se comprueba que se infiltraron grupos comandos ingleses en el litoral marítimo patagónico. Contado cronológicamente, el primer hecho destacado fue el traslado de prisioneros ingleses pertenecientes a la Patrulla de Royal Marines al Liceo Militar General Roca, ubicado en Comodoro Rivadavia. “Me preguntaba (un soldado inglés) cuántos años tenía, y me decía que él tenía treinta y ocho años y que yo podía ser su hijo, y que cuando ellos invadieran el continente me iban a tratar bien porque yo los trataba bien”, cuenta Edgardo Blaguerman, ex soldado y traductor de los prisioneros ingleses en Comodoro Rivadavia. Además de este testimonio, existe el Diario de Guerra del Liceo Militar General Roca, y la condecoración de los prisioneros cuando volvieron a Inglaterra luego del conflicto.
El segundo hecho fue la incursión del submarino Conqueror en el Golfo San Matías (en el extremo de la Península de Valdés), el cual llevaba comandos SBS a bordo, quienes eran la fuerza británica especial para infiltrar instalaciones clandestinas en el continente. El libro “La guerra secreta por las Malvinas” de Nigel West reafirma que la célula de inteligencia de SAS (Special Air Service) de Inglaterra “delineó desde el principio del conflicto las opciones para que el Escuadrón B de ese regimiento supiera los blancos para el establecimiento de alertas anticipadas en cada una de las bases aéreas del sur continental”. Y así fue. Uno de los capítulos de este libro cuenta acerca de la operación de las SAS en Río Grande, lo que es testificado por el helicóptero argentino que derribaron en Caleta Olivia, en el que murieron diez soldados, quienes estaban en una misión de combate en el continente localizando un grupo comando británico y que figuran en la lista oficial de caídos en misión de combate, compañeros de los veteranos del campamento TOAS. “Para mi fue muy raro ver lo que vi: los cuerpos estaban mutilados y desnudos, el fuselaje se hallaba en la restinga de la costa y el rotor a unos 300 metros hacia la derecha”, cuenta el teniente coronel retirado Horacio Marengo quien iba en busca de los ingleses infiltrados y encontró los cuerpos de sus compañeros del helicóptero derribado.
El Historiador Rosendo Fraga aporta por su parte que los hechos relatados son ciertos, “la discusión es si los movilizados en el continente deben o no considerarse veteranos. A pesar de que la mayoría nunca entraron en combate, deben considerarse veteranos a todos los movilizados en una guerra (…), en Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial se consideró veteranos a quienes nunca salieron de las islas pero fueron movilizados. En conclusión, creo que quienes reclaman, tienen argumentos para ser atendidos y que su caso sea analizado, más allá de la resolución final que se adopte.”
En estos ocho meses de lucha no se acercó nadie del Gobierno ni tampoco los medios de mayor relevancia. Algunos periodistas apoyan esto, como Nelson Castro que los invitó a sus programas en TN y Radio Del Plata. Si bien el jefe de Gobierno de la Ciudad Mauricio Macri no se acercó, tampoco los desalojó, convirtiéndose en la carpa que mas tiempo permaneció en plaza de Mayo. Una voz desde el interior de Casa Rosada asegura que “esta es la pelota caliente que nadie quiere agarrar”. Por el momento esta pelota caliente cruza de punta a punta la plaza salpicando de barro a muchos que se encuentran bajo el clientelismo político y la corrupción, pero por otra parte abre nuevos caminos hacia la reconstrucción de la historia.
Este es el link de donde saque esta nota. http://www.naimen.blogspot.com/
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